viernes, 13 de abril de 2012

Libro del mes (Abril 2012):Mito, semántica y realidad.

En este libro, Luis Cencillo, que fue profesor numerario de la Universidad de Madrid, doctor en Filosofía y Derecho, licenciado en Filología clásica y Teología, trata de rebatir el error de considerar a los mitos como contenidos llenos de irrealidad y falsedad sin se capaces de apreciar los valores de verdad de los mitologemas que se encuentran en los contenidos y significados.
Veamos algún fragmento del libro:

"Afirmar otra cosa y pretender reducir el pensar humano a mero reflejarse sin continuidad ni densificación de la anécdota del momento en una conciencia meramente fotográfica es vio­lentar la realidad del pensamiento humano, es ser infiel al hombre e ir contra toda su experiencia.
Y si entre los saberes sapienciales ha de haber alguno que se haya mantenido en un contacto asiduo en una estrecha colaboración con la acción, pero con una acción no industrial ni puramente económica, sino vivenciadora de lo que el_hom­bre es y de lo que en su profundidad le afecta, éste ha sido el mito que no se originó, ni en su época creadora procedió, de una especulación desencarnada y meramente esteticista de algún individuo particular, sino que se fue densificando a base de acciones rituales y de vivencias intensas de todo tipo que el ser humano iba experimentando colectivamente en su asiduo contacto con las diversas realidades y fuerzas de su mundo en pleno proceso de autoformalización.
No es pues, el mito una especulación teorética, debida a individualidades poéticas y esteticistas,sino verdadera práxis concienciada, aunque ello haya tenido que suceder de modo simbólico y metafórico.

_A este respecto conviene tener en cuenta dos puntos im­portantes: ni todo el instrumental conceptual y expresivo, legítimo ha de identificarse y agotarse en la terminología matemática y científico-técnica creada en el período que va de los siglos XVII-XVIII al XX, ni todas las fuerzas que intervienen en la dinámica histórica y vital del ser humano tienen que ser de naturaleza exclusivamente económica.


El mito genuino viene precisamente a reflejar la interacción impulsora y constiItutiva de realidad- para-el-hombre del com­plejo haz de fuerzas de todo tipo: económicas, por supuesto, y no en un segundo plano en cuanto a su importancia; pero también culturales (que no tienen por qué reducirse a una mera supraestructura sin realidad propia, a no ser que se parta de una ideología meramente postulada y no científicamente probada), sociales, morales, cosmovisionales, vitales e íntimas (como obedeciendo a sentidos profundos y totales captados más allá de la dimensión económica de la vida, a no ser que se re­duzca el ser humano a priori a una mera resultante mecánica del juego de las fuerzas económicas, (lo cual es también ideolo­gía precientífica): fuerzas y dimensiones todas que han sido en las primeras etapas de su evolución, y durante el período más dilatado de su historia, la realidad a la que había invencible­mente que atenerse.

Los racionalismos simplificaron en nombre del «método» la realidad del hombre, sin duda con exceso, y éste llegó a creer poderla y poderse dar expresión a base de conceptos abstractos y matemáticos y de categorías estadísticas y técnicas.

Evidentemente, a base de tales categorías míticas, no se podían obtener resultados positivos en_el sentido del progre­so técnico, pero es que ni siquiera, se orientaban hacia este terreno, sino que pretendían exclusivamente hacer conectar eficazmente el desfondamiento radical del ser humano con el resto de toda la realidad posible, cósmica y extracósmica, en su plenitud de sentido, constituyendo un horizonte de valor capaz de dotar a su vida del equilibrio necesario entre sus fuer­zas elementales y su realización específicamente humana y de armonizar una multitud de dimensiones dispares de su convi­vir (aunque en muchos casos tuviese como consecuencia, al hipotrofiarse determinados elementos del mito, una serie de terrores y de costumbres supersticiosas y por lo mismo alie­nantes). Las matemáticas y la técnica, han contribuido a un efec­tivo progreso material e instrumental, pero no han sido ca­paces de dar una base suficiente al desfondamiento humano y cuando han pretendido erigirse en saber sapiencial, capaz de valorar al hombre en la totalidad de sus dimensiones, han introducido el desequilibrio, la duda, la decepción de la vida por haberla reducido a mera función económica ,ya sin otros sentidos más profundos y con ello han venido a introducir nuevos terrores y nuevas supersticiones de otro tipo, per no menos alienantes, entre otros el de la asfixia del hombre en un mundo sin sentido, el del cansancio de vivir al servicio de intereses impersonales y meramente materiales, o la supersti­ción de la producción por la producción".

No hay comentarios: